miércoles, 1 de mayo de 2013

Y todo llega



Cuando se es niño, el futuro es un tiempo muy, muy lejano. Y el tiempo se puede desperdiciar porque siempre va a haber más.

Pero, tal como explican en los libros los que ya vivieron, las etapas van llegando inexorablemente dejando ese futuro a nuestras espaldas.

Y el tiempo alcanza un valor incalculable, y desperdiciarlo es un lujo que ya no nos podemos permitir.
Una vez calculé por encima cuánto tiempo habría pasado viendo partidos de balompié por la tele, y decidí que ya no podía ser más.

Decidí que leer sería mucho más provechoso, pero con la conciencia de que jamás podría leer todos los libros que quisiera. ¡Cuántas obras fantásticas y maravillosas dejaré vírgenes para mi mente!
Y decidí también que escribiría. Escribiría para ser recuerdo en otras mentes, ser unas letras de alguien que ya vivió.

Este momento, este justo, que se desintegra cuando intentamos atraparlo. Este momento es el que determina todo lo que somos.

No hay más, la magia está en nosotros mismos.

Y todo llega, estemos preparados o no; sepamos que ha llegado o no. Es la esencia insondable de nuestras vidas.

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