domingo, 25 de enero de 2015

Hay que escribir por escribir

Hay que escribir por escribir.

Porque que tenga sentido no tiene sentido.

Hay que juntar las palabras y lanzarlas a la pantalla en blanco - hace unos años era la hoja en blanco - como quien no quiere la cosa.

Luego, preocuparse si esas palabras van a ser leídas, o si van a ser bien comprendidas, es un pérdida de energías.

La única energía que hay que gastar es en escribir.
Y en nada más.

Es por eso que hay que escribir por escribir.

Dejarse de brindis al sol y de guiños al lector inexistente.

Porque cuando se escribe el único lector es el propio escritor.

No hay nadie más entre la pantalla en blanco - hace unos años era la hoja en blanco - y esas palabras esculpidas en negro.

Porque las letras tienen que ser en negro o pierden su esencia que las define.

Eso es.

Negro sobre blanco, como hormigas sobre la nieve.

Uf, ¡qué frío! - pobres hormigas.

Y así, esas palabras iniciales atraen a otras palabras posteriores.

Y si hay que repetirse para rellenar más espacios en esa pantalla en blanco - hace unos años era la hoja en blanco - pues se repite, que se aman más los escritos largos que los escasos.

Eso sí, no hay que olvidarse de consultar un diccionario, esos libracos que uno tiene mordiendo el polvo en algún estante y que unos cuantos eruditos se esforzaron en confeccionar, y buscar una palabreja que nadie haya pronunciado en al menos cien años, pues hará saltar una sonrisa de complicidad a algún académico sinceramente consternado porque ya no la veía escrita hace eones.

Entonces, el escritor puede darse ya por satisfecho de llamarse a sí mismo de tal manera.

No hace falta que vengan a colocarle alabanzas de alto rango y alcurnia, con que él mismo decida que lo es, ya es normal y suficiente.

Y es por eso que hay que escribir por escribir y cansar a las palabras de tanto escribirlas.

Porque escritor es el que escribe, o acaso escribiente, pero seguro que no lo es el que lee porque a ése lo llaman lector, y será porque lee y no escribe.

En todo caso no hay que alarmarse si se pierde el hilo de lo que se escribe, o si al final el sentido es que no tenga sentido porque hay que escribir por escribir.
Porque escribir por escribir es una multiplicación de la tabla de escribir y el resultado es escribir.

Nada más y nada más que eso.

Una escritura rápida y eficaz, acorde a dichos tiempos que son los de siempre.

Escribir por escribir, ése es el único secreto que hace que no haya más secreto.

Porque es escribiendo que las palabras se juntan y juegan con sus significados, y forman estructuras para leer entre líneas.

Aunque entre líneas sólo hay espacios en blanco, y la gente tendría que haberse dado cuenta de ello hace bastante tiempo.

Hay que escribir por escribir, y contar las palabras para saber cuándo parar sirve para poner un punto final 3n su justa medida.

Que escribir por escribir también cansa y no es cuestión de excederse tampoco, que también tienen que haber momentos para otros asuntos colindantes.

Y si hay que terminar que sea con palabras escritas por escribir, que no se diga que no se escribieron.

Algo así como que fueron colocadas ahí por ningún motivo aparente pero que fueron escritas y ya se acabaron de escribir aquí, justo aquí.

Punto y final.

Se acabó.

Ya nada más.

Se terminó.

Se ultimaron las palabras escritas por escribir.

Vale ya, ¿no?

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